Delecarlia era el nombre de su abuela con la que vivió su niñez en la mansión de la misma en la vieja ciudad de Upsala, su hijo, el padre del cineasta, un pastor luterano. Esos años fueron sin lugar a duda la fuente continua de su inspiración.
Nostálgia, misterio, muerte, santidad, dios, son los temas que enmarcan su creación artística. Pero...,¿nostálgia de qué? El mismo Bergman nos responde con una poesía que se refiere a la realidad sensible de este mundo en su película Fresas salvajes (1957):
"¿Dónde está el amigo que siempre busco cuando termina el día?
Cuando termina el día aún no lo encuentro
aunque mi corazón arde.
Veo sus huellas en todo lo que miro.
Huelo las flores y veo los surcos del campo.
Respiro el aire
y en el aire siento su amor.
Oigo su voz cuando el viento sopla en verano".
El silencio de dios, evasión estética, sentimiento de culpa, naufragio espiritual o inmanente.
Su cine llamado "cine de tesis" no parece haber creado escuela, es único y tan genuino que quedará inmaculado, virginal tal cuál el lo creó. Sus guiones están llenos de alusiones filosóficas y religiosas con una gran carga de pesimismo. No tienen desperdicio ninguna de sus tesis. Pero me quedo con el conjunto de todas ellas que es un retrato perfecto del ser humano y sus dudas, miedos. En este discurso que pronuncia el personaje de Gustav Adolf al final de la película Fanny y Alexander (1981):
"Nosotros no hemos venido al mundo para desvelar sus misterios, no estamos equipados para semejantes menesteres y es mejor que ignoremos los grandes interrogantes, porque vivimos en nuestro pequeño mundo. Nos contentamos con eso. Y hemos de hacer de él el mejor bien que podamos. Porque de pronto ataca la muerte, se abre el abismo, estalla la tempestad y el desastre se abate sobre nosotros.
[...] El mal rompe sus cadenas y corre por el mundo como un perro rabioso: su veneno nos afecta a todos. Nadie escapa... Y estamos en el mundo, seamos felices, amigos, mientras somos felices. Pero para ello es necesario saber hallar el placer en este nuestro pequeño mundo: buena comida, amables sonrisas, árboles frutales en flor, melodiosos valses..."
Un memento por Bergman merecido.