
Sus ídolos, en cambio, son plata y oro,
hechura de manos humanas:

Tienen boca, y no hablan;
tienen ojos, y no ven;
tienen orejas, y no oyen;

tienen nariz, y no huelen;
Tienen manos, y no tocan;
tienen pies, y no andan;

no tiene voz su garganta:
que sean igual los que los hacen,
cuantos confían en ellos.

Siempre ha habido personas privilegiadas. Me refiero a esas que tienen el número del movil de Dios; hablan con El cuando quieren. A mi siempre me comunica. Alguna vez he cogido el contestador y una voz amable me persuade a solucionar el problema antes de molestar al mismísimo hacedor del universo, y, claro, me acaba convenciendo: pobre Dios, cuanto trabajo.