Goethe: un fugitivo del deseo
El próximo 22 de Marzo se cumplirán 175 años de la muerte de Johann Wolfgang von Goethe (28 de agosto de 1749 - 22 de marzo de 1832) novelista, dramaturgo, poeta, científico, geólogo, botánico, anatomista, físico, historiador de ciencias, pintor, arquitecto, diseñador, economista, director de teatro, minero, filósofo humanista y, durante diez años, funcionario del Estado de Weimar. Está considerado el hombre más inteligente que jamás pisó la tierra. Con un coeficiente intelectual de 210 queda patente su gran capacidad intelectual -Einstein 160-.
Murió con 82 años víctima de un edema pulmonar como resultado de un catarro mal curado.
La edición final de sus obras completas en 40 volúmenes apareció un año antes de su muerte. Póstumamente se publicaron veinte volúmenes más.
El propio Goethe narró su vida en un interesantísimo libro autobiográfico, Poesía y verdad. Nació en Fráncfort del Meno, (Frankfurt das Mein), hijo de Johann Caspar Goethe, un abogado que se retiró de la vida pública y educó a sus hijos él mismo, bajo la máxima de no perder el tiempo en lo más mínimo, y de Katharina Elisabeth Textor, hija de un antiguo burgomaestre de Fráncfort. Estas vinculaciones familiares le pusieron en contacto desde el principio con el patriciado urbano y la vida política. De inteligencia superdotada y provisto de una enorme y enfermiza curiosidad, hizo prácticamente de todo y llegó a acumular una omnímoda cultura. Estudió Derecho en Leipzig y Estrasburgo, al tiempo que escribía sus primeros poemas; Katharina von Klettenberg, amiga de su madre, le introdujo en el misticismo religioso pietista.Trasladado a Estrasburgo, conoció allí a Friederike Brion, que le inspiró la impronta de la mayoría de sus personajes femeninos, y trabó amistad con el filósofo Johann Gottfried von Herder, cuyos Discursos a la nación alemana tanto influyeron en el Romanticismo alemán. Goethe disfrutó ya en vida de fama, respeto, prestigio y admiración. Por ello, fueron muchos los jóvenes de su época que quisieron conocerlo en persona o, cual se suele pedantescamente decir: vera effigies. Por otra parte, su secretario, Eckermann, anotaba cuidadosamente sus conversaciones con el maestro a lo largo de los años y escribió unas Conversaciones con Eckermann donde aparecen reflejadas las opiniones que en sus últimos años sostuvo sobre esas visitas y también sobre todo lo divino y lo humano.
Su amigo y famoso poeta Schiller
En Agosto de 1794 , recibió una carta destinada a dar a su carrera un nuevo giro. Era de Friedrich Schiller, quien durante años había intentado en vano ganarse el favor de su colega de Weimar. Esta carta por fin rompió el hielo. Las dos "antipodas intelectuales" se acercaron cautelosamente la una a la otra y finalmente se encontraron a mitad de camino. Animado por su amistad con Goethe, Schiller volvió a ganar facultad poética.
Fragmento de Poesía y Verdad, autobiografico:
"Es algo tan antinatural que el hombre se deshaga de sí mismo, no sólo causándose daño sino aniquilándose por completo; que, como suele ser habitual, recurra a medios mecánicos para poner en práctica su propósito... Cuando Áyax se deja caer sobre su espada, es el peso de su cuerpo el que le presta un último servicio. Cuando el guerrero obliga a su escudero a prometer que no lo dejará caer en manos de sus enemigos , es también una fuerza exterior de la que se asegura, aunque esta vez sea de índole moral y no física. Las mujeres buscan aliviar en el agua su desesperación, mientras el medio extremadamente mecánico del disparo asegura una acción rápida con un esfuerzo mínimo. El ahorcamiento se menciona con desagrado, pues es una muerte indigna. En Inglaterra será más fácil encontrarlo, ya que allí uno puede ver a mucha gente colgada ya desde niño, sin que este castigo se viva como algo necesariamente deshonroso. Al emplear el medio del veneno o al abrirse las venas, uno piensa abandonar la vida muy lentamente, y la muerte más refinada, rápida y poco dolorosa a través del áspid fue digna de una reina cuya vida había transcurrido en medio de esplendor y de placeres. Sin embargo, todo esto son medios auxiliares externos, enemigos con los que el hombre establece una alianza en contra de sí mismo. Al reflexionar sobre todos estos medios y echar una ojeada a la historia, entre todos los que se mataron no hallé a ninguno que llevara a cabo esta acción con tanta grandeza y libertad de espíritu como el emperador Otón . Éste, si bien había quedado en desventaja como jefe del ejército, de ningún modo se hallaba todavía en una situación desesperada. Sin embargo, por el bien del imperio que en cierto modo ya casi le pertenecía y para proteger a miles de almas, decidió abandonar este mundo. Celebró un alegre banquete en compañía de sus amigos y a la mañana siguiente vieron que se había clavado con su propia mano un afilado puñal en el corazón. Este acto fue el único que me pareció digno de imitación, y me convencí de que quien en este asunto no sea capaz de actuar como Otón, no debería permitirse el lujo de abandonar voluntariamente el mundo.Gracias a esta convicción me salvé tanto del propósito como del delirio del suicidio, que en aquellos maravillosos tiempos de paz se había introducido clandestinamente en una juventud ociosa. Entre una considerable colección de armas poseía también un puñal valioso y bien pulido. Cada día me lo colocaba junto a la cama y, antes de apagar la luz, trataba de comprobar si era capaz de hundir un par de pulgadas en mi pecho aquella afilada punta. Pero como nunca lo conseguía, terminé por reírme de mí mismo, me libré de un golpe de todas mis payasadas hipocondríacas y decidí vivir. "
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