eliópolis: La doncella Teodor, una visión del amor

domingo, junio 03, 2007

La doncella Teodor, una visión del amor


Historia de una joven, de Abu Bakr `Abd al-Rahman b. Hisam.
Manuscrito de lo que parece ser la historia de la doncella Teodor

Uno de los cuentos incluidos en Las mil y una noches : «La doncella Teodor» llevada por Lope de Vega al teatro y de la que muchos dicen ser padres es la historia de un amor hermoso.
Un mercader compró una joven muy hermosa a la que dio una educación esmerada. Pasado algún tiempo, el comerciante se arruina. Ante la perspectiva de ser revendida, la doncella dice a su amo que adquiera diferentes afeites, la lleve al palacio del rey, pida un precio excesivo por ella y que si le preguntan el motivo de tan gran desembolso la pondere sobremanera. El rey antes de formalizar la compra quiere comprobar si es tan sabia como dice y la enfrenta primero a un alfaquí con el que disputa sobre religión; después a un físico con el que debate sobre la naturaleza humana; finalmente, se enfrenta contra el poeta, gramático y filósofo Abrahén quien, espoleado por las anteriores victorias dialécticas de la joven y por su orgullo, propone que el que pierda la discusión deba desnudarse ante la corte. Evidentemente, el derrotado es él y a cambio de no tener que despojarse de sus paños menores ofrece a Teodor el precio que por ella pidió el mercader al rey. Este, asombrado por lo que acaba de ver, pregunta a la chica en condición de qué quiere estar en su corte. A lo que Teodor responde que prefiere seguir con el mercader. El monarca accede y da a la joven otras diez mil doblas de oro. Finalmente, amo y esclava se casan


La concepción que me sirve de punto de partida es la de Platón: «Nadie puede adentrarse en tierra extraña sin tomar uno o varios guías. Ahora, pues, nos corresponde exponer lo que sobre el amor dicen otros autores, a fin de que quienes lean este tratadito entiendan que no me he lanzado a tan difícil empresa sin unos expertos conocedores del terreno»

Puso Platón por escrito en «El banquete» lo que del amor pensaban Fedro, Pausanias, el médico Erixímaco, Aristófanes, Agatón y, en fin, Sócrates, instruido por Diotima la adivinadora, que de esto y otras cosas sabía mucho. Pero lo que los personajes en sus intervenciones dijeron fue escaso y con cierta retórica y mucha fantasía; sólo Sócrates dijo verdades, aunque habló poco.
Platón fue, en efecto, el primero que ofreció una compleja reflexión sobre el amor, en la que nos lo presenta en su relación con el saber. Para él, el amor es deseo, porque el amor es siempre amor a algo. En el «Lisis» esboza su teoría del amor, como Amistad, que como amor. Expone la íntima relación que hay entre amor y filosofía, porque sólo se consigue ser verdadero cuando se es en el sentido de saber hacer bien las cosas. Y enseña ya la idea de que el amante tiende hacia lo que no tiene, hacia lo que le falta, poniendo así de manifiesto la propensión o intencionalidad propia del amor: la amistad es un estado intermedio que se caracteriza por un tender hacia algo amable: «Podemos, en consecuencia, decir que los que ya saben no quieren el saber, bien sean dioses, bien sean hombres; y que tampoco lo quieren los que están tan llenos de ignorancia que son malos, porque ningún malo o necio busca el saber. Quedan, pues, aquellos que tienen este mal, la ignorancia; pero, no por ello, son insensatos ni necios, sino que sedan cuenta deque no saben lo queno saben. Por consiguiente, sólo buscan el saber los que no son ni buenos ni malos; pues todos los que son malos no buscan el saber, ni tampoco los buenos»



La teoría la desarrolla en El Banquete , aunque es aquél diálogo el que tiene al amor, expresado ahora como objeto central. La tesis, expuesta por boca de Diotima recoge la idea de que el amor es siempre amor de algo y que a este algo se le ama o desea porque se carece de él. El amor es, así, tensión hacia la belleza, hacia el bien, porque el amor, en sí mismo, no es ni bueno ni bello. La tensión existe en función de una carencia. Por no ser ni bello ni bueno, es un ser intermedio entre lo divino y el hombre, entre lo inmortal y lo mortal, mediador entre estos dos grados de realidad: «¿Qué puede ser entonces Eros? ¿Un mortal? —En absoluto. —¿Pues qué entonces? »

El Cristianismo tuvo necesariamente que pensar el amor porque éste era su principio radical. Se presentó como religión universal, católica, porque sostuvo que todos los hombres forman parte de una misma generación no carnal sino espiritual, en virtud del principio del amor y de la caridad: El precepto «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente» fue transformado por Jesús en la norma en que se había de fundar toda su predicación:

El término árabe usualmente empleado en el Corán para designar el amor es kubb. «Él es el Indulgente, el lleno de amor» Es el que desea amorosamente el bien para todas las creaturas, pues las reconoce como hermosas y las elogia.


A partir de algunos textos del Corán, el Islam desarrolló una vía mística, la conocida por el nombre de sufismo. Una vía que, precisamente, busca el conocimiento de la Suprema Realidad o Verdad a través del amor .Para unos sufíes, el amor es una estación o etapa. Para otros, es un estado espiritual. En cualquier caso, un momento intermedio en el movimiento de ascenso hacia Dios, hacia el conocimiento del Bien Absoluto, que, a diferencia del Bien platónico, no es una idea, sino el Bien mismo en tanto que vive y se ama. Este momento intermedio se manifiesta como tendencia, como tensión hacia algo. Así lo definió Tunayd: «El amor es la inclinación de los corazones». Algazel lo definió así: «El amor viene a ser como la inclinación de la naturaleza hacia un objeto placentero y cuando esa inclinación se afianza y se fortalece se llama pasión .Es pues, un tender hacia un conocimiento no discursivo, sino intuitivo, por lo que las potencias cognoscitivas del hombre se ponen en juego. El místico se ve impulsado por el amor al verdadero conocimiento de lo divino, que le capacita para ver a Dios en Su belleza y hacerse uno con Él en unión mística.
«El exceso de amor o el amor excesivo.., que llega a invadir por entero a todo el hombre y acaba por obcecarlo, hasta el punto de que no ve ya cosa alguna que no sea su amado». Fue un término empleado por Avicena para designar el amor natural de todo ser limitado por su principio de perfección. Entendido entonces como un sentimiento que sobrepasa los límites del amor puro, no podía ser aplicado a Dios, ni siquiera al hombre que ama a Dios. Ante la oposición de los teólogos, los discípulos de los primeros sufíes, especialmente los del mártir Al-Ijalláy, substituyeron el término que se convertiría en el usual de la literatura mística. El rechazo de los teólogos hacia las ideas sufíes impidió, quizá, el estudio por parte de aquéllos del problema del amor en la religión islámica. De hecho, entre la excelsitud de Dios y la insignificancia del hombre, los más apegados a la tradición no encontraban una posible relación de reciprocidad.
El amor es así un impulso emocional universal pues todos los hombres, no importa su procedencia, lo sienten de igual manera: una luz, una dimensión nueva en la que lo importante es «tú y yo» y «nuestro mundo».

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