Preludio
preludio. (Del lat. praeludĭum).
1. m. Aquello que precede y sirve de entrada, preparación o principio a algo.
2. m. Mús. Aquello que se toca o canta para ensayar la voz, probar los instrumentos o fijar el tono, antes de comenzar la ejecución de una obra musical.
3. m. Mús. Composición musical de corto desarrollo y libertad de forma, generalmente destinada a preceder la ejecución de otras obras.
4. m. Mús. Obertura o sinfonía, pieza que antecede a una obra musical.
preludiar. (De preludio).
1. tr. Preparar o iniciar algo, darle entrada.
2. intr. Mús. Probar, ensayar un instrumento o la voz, por medio de escalas, arpegios, etc., antes de comenzar la pieza principal. U. t. c. tr.
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MORF. conjug. c. anunciar.
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Preludio de un beso, un sueño hecho realidad.
Te soñé.
Debía ser domingo, porque la gente iba y venía por la soleada calle paseando. A través de la ventana de mi cuarto en el asilo. Los veía pasar bajo las negras y retorcidas ramas del tilo todavía desnudo. Tenía la sensación de haber sido siempre viejo, porque los recuerdos de mi juventud se me aparecían como cuentos que alguien me hubiese contado. No eran mios los paseos junto a un río en el que nunca había nadado. No eran mios los amores secretos ni los romances simulados. Seguía mirando por la ventana como siempre, sin fijarme en nada. Sin embargo, descubrí algo muy extraño: una mirada atravesaba el vidrio en sentido contrario. Era una muchacha de unos veinte años, con ojos de un marrón profundo, casi negro. ¿Qué buscaría ella en el asilo? Evidentemente me miraba a mi, me habría confundido con alguien. Ella sonrió y siguió su camino. Al día siguiente, me desperté esperando que la joven volviera a pasar. Sentí algo muy extraño por ella, no era el "amor" que había vivido mucho tiempo atrás, era como si fuera mi hija o mi hermana. Era algo incómodo , no sabía bien qué me pasaba. Ella apareció con algo en las manos.
Passion Flower
Cruzó el jardincito del asilo y se paró junto a la ventana. Intentó abrirla pero no podía, y yo estaba demasiado viejo como para intentar abrirla. Fue hacia la puerta de la entrada y tocó el timbre. Unos minutos más tarde, estabamos tomando te en el cuarto. Ella me había regalado una flor con su maceta, que puse cerca de la ventana. Durante horas, conversamos sobre casi todo. Al amanecer del otro día, un pájaro, buscando esa flor de la ventana, rompió el viejo vidrio. Me desperté por el ruido, sentí el viento en la cara y supe que el preludio de mi vida había sido ya muy largo: era hora de vivir.
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